5/29/2007

ATENCIÓN AMIG@S DEL PUEBLO PPD !!!
HA LLEGADO ARTÍCULO...
DE JAIME RIERA

Fuente: La Nación

CAMINO DE SANTIAGO

A propósito de arqueología


Es bastante impresionante constatar cómo la gran mayoría de los dirigentes de derecha, que legítimamente aspira a gobernar el país, han conseguido lavarse la cara y las manos con la ayuda del tiempo y la complicidad de los medios de comunicación.

¿Se puede calificar de desvergonzado o de insipiente al jefe de un partido de la derecha chilena que tildó de “arqueología política” la iniciativa del Gobierno de instituir de manera oficial el Día del Detenido Desaparecido? Quien, para sustentar su tesis, se atrevió a aludir a la historia europea y a su presunta capacidad de olvidar sus pasados conflictos internacionales. Limitémonos a constatar, simplemente, que se trata de otro ejemplo perfecto de caradurismo, o de la evidencia del triste estado de analfabetismo en que vive la llamada “elite” que ha mandado en el país por casi 200 años.

Evidentemente, estos caballeros no sólo tienen el mayor interés en hacer olvidar los crímenes que cometieron o apadrinaron, sino que más encima pretenden dictar cátedra de historia desde la más increíble ignorancia o mala fe. Cualquier persona que conozca medianamente la historia de los países europeos en el último medio siglo sabe que una buena parte de las fechas conmemorativas nacionales del viejo continente están dedicadas a celebrar la victoria contra las dictaduras fascistas y a rendir homenaje a sus víctimas, así como a los héroes de la resistencia. Si les sirve de algo la información, sepan que el recién elegido Presidente francés y jefe de la derecha de su país, Nicolas Sarkozy, acaba de inaugurar su mandato rindiendo homenaje público, 60 años más tarde, a una figura mítica de la lucha antifascista, un joven mártir comunista. ¿Es que los europeos todavía tienen que enseñarnos el sentido de la historia y los secretos de la arqueología?

Sería muy largo enumerar en este espacio, señores Larraín&Larraín, la lista de tales aniversarios que los europeos celebran con comprensible orgullo, pero además sería inútil puesto que la conformación cerebral de aquellos que se ven a sí mismos como depositarios de las más rancias tradiciones nacionales no parece dar cabida a la memoria de los pueblos, sencillamente no conciben que la tradición y el recuerdo transiten por lugares que no sean sus propios barrios y jardines. Y siguen aquí entre nosotros como si nada, ganando millones y ejerciendo poder, dictando códigos morales y políticos a todo el mundo, conmemorando sin vergüenza la memoria de criminales y ladrones.

Ya sabemos que son los mismos que en su momento negaban la existencia de los desaparecidos y torturados, ¿por qué tendrían que recordarlos ahora?

Paradójicamente, se llega a echar de menos incluso a aquella antigua derecha de liberales y conservadores del tiempo de nuestros padres y abuelos, que no tendrían grandes ideas y pecaban en general de hipocresía y pechoñez, pero por lo menos contaban entre sus filas a personajes de no menor dignidad y estatura política, señores que a veces sabían ponerse colorados. Hoy en día parece que lo único que queda de la cultura política de la derecha chilena es la descendencia directa del totalitarismo fascistoide y se puede ver que a pesar de los mimos modernistas y del barniz democrático de última hora no ha renegado nunca, ni en público ni en privado, del oscurantismo terrorista que le dio origen.

Es bastante impresionante constatar cómo la gran mayoría de los dirigentes de esta derecha, que legítimamente aspira a gobernar el país, ha conseguido lavarse la cara y las manos con la ayuda del tiempo y la complicidad de los medios de comunicación. Pero a menudo se tiene la impresión de que ni siquiera habrían necesitado someterse a este aseo purificador que los convirtió en demócratas con flamantes certificados de nacimiento falsificados. Al parecer les ha llegado el momento, intentando pillar desprevenidas a las nuevas generaciones, de sentirse autorizados a afirmar cualquier cosa sin temor de ser contestados. Por otra parte, si se les quisiera encontrar la razón en su protesta, nada tendría de extraño que las momias se asustaran de la arqueología, de que alguien venga a desempolvar y sacar al aire los restos de estos espíritus resecos que no conocen la piedad y reducen la memoria a los recuerdos familiares y a los apellidos.

Jaime Riera.