11/08/2006

El problema del PPD

Por Tomás Fabres


Fuente: El Mostrador

Lo dije hace tiempo. En medio de otra crisis, menos publicitada que ésta. Lo señalé frente a los continuos malos tratos de la oligarquía a los militantes sin poder. Lo reiteré cuando al aparato estatal se incorporaban “operadores” de dudosa capacidad, jóvenes tempranamente deformados y desprovistos de una real vocación de servicio público. Habiendo tantas y tantos con méritos de sobra, la dirigencia partidaria no ha hecho más que favorecer a los suyos. ¿Cómo construir así un Chile para todos y por todos?

Lo reclamé mucho antes, cuando se quiso desconocer la voluntad del pueblo PPD en Aysén para evitar que el obrero Alinco llegara al Parlamento. Lo hice presente cuando se desdeñó a compañeros de la talla de Lagos Weber o de Harboe, simplemente porque no integraban la Corte.

El problema del PPD es con la democracia, la interna y la de Chile.

Por eso la nueva generación de militantes que trabaja codo a codo con la gente común exigió renovación y elecciones internas competitivas. Pedimos a Sergio Bitar encabezar un proceso refundacional y cuando olimos a consenso cupular no dudamos en levantar nuestra propia opción.

Por las mismas razones de entonces, levantamos nuestra voz ahora, en que los escándalos de los PGE, de Chiledeportes y de quién sabe cuántas instituciones más que están por venir, comienzan a teñir de vergüenza el rostro de la mayoría, los honestos y los humildes.

Estos días en los que muchos se solazan con la desviación de unos pocos, en los que nuestros competidores del mismo bando y del contrario nos pasan la cuenta por haber conquistado cada vez mayores espacios en el electorado, gracias a que sin complejos ni ataduras con el pasado hicimos de la democracia nuestra ideología y de la defensa de los derechos ciudadanos nuestra forma de lucha. Se aprovechan pero, seamos sinceros, lo pueden hacer porque en el camino hemos abierto flancos, borrachos de poder. La ciudadanía nos exige una cuenta que debemos rendir.

Y nadie puede ni debe callar. Corremos el riesgo de perder una valiosísima oportunidad. Los que de verdad aireamos la casa, dándole un nuevo encanto al PPD, le dimos un voto de confianza a Bitar y su Directiva. Perro vino el cónclave de Olmué y el anuncio de medidas (doce, ¿no?) completamente inconsultas; la exasperante reiteración de los mismos nombres en las comisiones internas, hasta hoy infructíferas; la intención de modificar estatutos concentrando el poder en listas cerradas, como si no fuésemos todos compañeros. Y ahora los intentos de algunos por minimizar o silenciar situaciones sumamente serias para nuestro partido y para Chile.

La gran mayoría PPD respalda un quehacer público transparente y participativo. Esa misma opción exige ahora nuestro aporte a la democracia y sus instituciones, la entrega a la justicia de todo antecedente que esclarezca la verdad para Chile entero y la garantía de un Tribunal Supremo decidido e independiente que conozca y sancione severamente toda actuación de militante incompatible con la democracia, con la función pública y con la ética partidaria. La verdad tiene que imponerse, pues no hay mayor afrenta a los pobres y a los débiles que la corrupción.

Eso sí, entendámoslo bien: si quienes vociferan la igualdad no aplican unas mismas reglas para todos, ¿no es acaso legítimo abrir otras opciones? El camino que señala Fernando Flores parece extremo, pero nadie podrá reprochar que es injustificado.

En todo caso, los que no tenemos nada bajo el poncho mantenemos intacto nuestro orgullo. La construcción de un país más democrático, más próspero y más justo no es tarea que abandonamos fácilmente. Así, el Chile que eligió a la primera mujer Presidenta exige ahora también, como lo hizo antes, más justicia y más verdad, ¿alguien dijo que no?, caiga quien caiga.

Tomás Fabres es abogado y ex candidato a presidente del PPD